miércoles, 27 de marzo de 2013

Mañanas.


El teléfono suena, es la hora, despierto, bostezo.
La mañana me espera sin sentido aun, escribo para no morir, escribo para no vivir,
Parece no ser de día, parece no ser de noche, y me observa.
Nada parece, lo es, solo amanezco, 
miro por la ventana, sueño.
A veces es mejor no pensar, sentir y mirar.
Con un disco sonando de fondo, y el desayuno como compañía triste de mis palabras.

Pista 2, y esto no avanza, retrocede.
La mañana me está consumiendo entre sus nubes,
Entre su aspecto gris y desamparado, lento pero esperanzado, nos levantamos.
10:16 am, solo eso, letra tras letra,
Minuto a minuto, no te vayas, no me dejes que la tarde no me respeta.
El cielo sonríe fresco y acompañado por la hermosa mañana,
Mía, solo mía, tuya y mía, de las dos. De nadie.
De quien quieras, pero existe alargando las horas,
Haciéndolas sentir pacientes y tranquilas,
Moviéndote por la casa, haciéndote pisar cada habitación,
Tocar cada cosa, respirar, y escuchar.
Haciéndote escribir, amar, sentir, soñar,
Dándote un descanso de más, haciéndote perder tiempo o ganar.

La mañana, el inicio de cada día, las primeras horas, el principio de cada momento,
El desayuno, el café, la almohada, el olor, el viento, las nubes,
La cama más dulce, el abrazo más lindo, 
y el primer beso del día, el condicionante.
Todo eso, nada al final pero demasiado.